Un panel de aquello que nos oprime, nos envuelve, nos posee ...
2012-04-23 18:14:25 3 Comentarios Leyendo un artículo, hubo una frase que me marcó, una frase muy simple, pero con una trascendencia terrible para quien la pronunciaba: Yo cambiaría mi vida por... No voy a decir el final porque si no estropearía estas cuatro letras, se trata de reflexionar un poco, no de leer los titulares del periódico. ¿Cambiarias tu vida? ¿Por qué cosas cambiarias tu vida? ¿A qué renunciarías por cambiar tu vida? ¿Qué esperarías en tu vida nueva? ¿Qué tendría que pasarte para que quisieras cambiar tu vida? Seguramente muchas veces nos hemos dicho: ¡Joder! Tengo unas ganas de cambiar mi vida, de dar la vuelta a todo, pasar página, dejar todo atrás y empezar de nuevo. Pero seguro que nunca nos lo hemos planteado en serio, quiero decir de verdad, pensando en todas las consecuencias de ese pensamiento o deseo que en un momento determinado aflora. O quizás, sí nos lo hemos planteado verdaderamente, pero no hemos pensado a fondo las implicaciones que tiene, a que tenemos que renunciar, que es lo que realmente cambiaríamos, qué cosas tendríamos que dejar atrás, qué otras echaríamos de menos. Por supuesto que hay gente que si se lo ha planteado a fondo, ¡pobres! seguro que lo están pasando mal de verdad. Cuando nos ponemos a pensar en esta posibilidad normalmente viene por la hartura de la vida cotidiana, porque nos envuelve la vida loca que llevamos, ese ritmo que nos impone la vida “moderna”, porque vivas en la ciudad o en el campo siempre hay cosas que hacen que la pelota vaya creciendo sin control y que al final te veas envuelto en ella y te de la sensación de que caes pendiente abajo. Cuando nos ponemos a pensar en esta posibilidad lo que queremos es cambiar de vida cuando tenemos todas nuestras necesidades cubiertas, cuando cambiar de vida significa cambiar de aires, quizá prescindir de alguna compañía, de algún compañero de viaje, de trabajo, quizá de casa y de ciudad, pero siempre manteniendo nuestra seguridad, nuestro yo intocado, nuestras cosas con nosotros. Cuando nos ponemos a pensar en esta posibilidad manejamos un anhelo de vivir mejor, de dejar atrás pequeñas cosas ( o grandes ), pero no las que nos hacen ser nosotros mismos, aquellas que nos identifican, que hacen que seamos como somos, las que nos distinguen de los demás. Perdón por aquellos que tengan DE VERDAD la necesidad de cambiar de vida, no me olvido de ellos, éstos entrarían en el grupo de John. Para John la frase tenía mucha más trascendencia y tampoco pedía nada que no nos sobre a los demás, ¿queréis saber cuál era? Dile al primer ministro que nosotros, el pueblo Meakambut, dejaremos de cazar, de estar siempre en movimiento y la vida en las cuevas de las montañas, si el gobierno nos da una clínica de salud, una escuela, dos palas y dos hachas, para que podamos construir viviendas. Esto lo dice alguien que su vida está en la selva, que tiene toda una selva para él y su gente. Que vive en el lugar donde le gusta vivir aunque sea duro porque cuesta obtener alimento (a veces pasa tres semanas sin comer carne), porque su vida depende de su trabajo, de todo lo que pueda hacer con sus manos. Esto lo dice alguien que no tiene apenas contacto con el hombre blanco ni acceso a ninguno de sus avances, y cuando digo ninguno, es ninguno. Esto lo dice alguien que su mujer lleva enferma tres meses después de un parto complicado, alguien que dice que la enfermedad es así, que cuando enfermas, o vives o mueres, así de simple y de tremendo. Esto lo dice alguien que ve cómo su mundo se quiebra poco a poco, cada vez hay menos caza, menos lluvias. Alguien que ve que cada tres bebés sólo sobrevive uno, que los adultos van muriendo, que su pueblo va desapareciendo, apenas deben quedar unas docenas de individuos. Alguien que se da cuenta de que es necesario un cambio en sus vidas. El cambio que John ve necesario es un cambio total, es pasar de ser nómadas a establecerse en un lugar fijo, es pasar de vivir en el interior de la jungla a vivir en la orilla de un rio, es pasar de ser cazadores y recolectores a ser granjeros y agricultores, es pasar de vivir en la seguridad de tu familia sin contacto con nadie más a vivir con frecuentes interferencias de grupos extraños a la familia, es pasar de tener cierto control de tu vida y entorno a pasar a depender de un montón de variables que no puedes controlar, es... es cambiar sus vidas, cambiarlas de verdad ¿Por qué cambiaría John su vida?. Pues a mi no me sorprende que sea por tan poca cosa material. Cambiaría su vida por algo muy simple y muy sencillo en su descripción, pero realmente importante y complejo en su significado: por sobrevivir. ¿Y vosotros? ¿Por qué cambiaríais vuestra vida? ANEXO: (*) La frase de John está dentro de un relato sobre su mujer y su hijo enfermos durante tres meses. John les envía con unos extranjeros desconocidos a un viaje de seis horas por medio de la selva y luego otras seis horas más en una lancha motora para llegar a una clínica. Ambos están casi a punto de morir antes de comenzar el viaje a un lugar donde casi no hay medios. John les tiene que dejar ir con unos desconocidos sin saber si va a volver a verles de nuevo. La frase se dice como una petición a uno de los extranjeros para que vaya a la persona que gobierna y le pida eso, están dispuestos a cambiar su forma de vida para poder seguir viviendo. (**) John forma parte de una tribu que vive en Papúa y Nueva Guinea, allá por el sureste asiático, por Indonesia. Pertenece a la tribu de los Meakambut, ocupan una extensión de 260 Km^2 y son nómadas, van recorriendo la selva en grupos familiares de cueva en cueva que es dónde se refugian. Algunos miembros de la tribu vivieron una temporada en una misión de religiosos, de ahí que algunos tengan nombres occidentales. Viven totalmente aislados del mundo occidental, prácticamente no han tenido contacto con nosotros en toda su historia, pero sí han cogido algunas de sus cosas, por ejemplo la tuberculosis. Sin acceso a medicinas y otros adelantos tienen una supervivencia muy complicada (***) Hay una historia que habla del origen de su pueblo, al igual que la biblia habla de Adán y Eva. Es la historia de una de sus cuevas Kopao. En un principio, Api, el espíritu de la Tierra, llegó a este lugar y encontró los ríos llenos de peces y la selva de cerdos, y muchos árboles altos y de sagú (árbol de donde se puede hacer una sustancia parecida a la harina de maíz), pero no había gente. Api pensó que esto sería un buen lugar para las personas por lo que abrió una grieta en la cueva. Los primeros en salir fueron los Awim, luego los Imboin y otros grupos, y, finalmente, los Meakambut. Todos estaban desnudos y apenas podían mirar a la luz. Otras personas estaban en el interior, pero después de los Meakambut, Api cerró la grieta y el resto tuvo que quedarse en la oscuridad. Los Awim, los Imboin y los Meakambut se propagaron a través de las montañas y vivieron en refugios en la roca. Hicieron hachas de piedra, arcos y flechas, y la caza era buena. No había odio, ni muertes, ni enfermedades. La vida era hermosa y tranquila, y todo el pueblo tenía el estómago lleno. En este momento los hombres y las mujeres vivían en cuevas separadas. Por la noche, los hombres se subían a una cueva especial para cantar. Pero una noche, un hombre fingió que estaba enfermo y se quedó atrás. Cuando se oía el canto de los hombres, se coló en la cueva de las mujeres y tuvo relaciones sexuales con una mujer. Cuando los hombres volvieron, sintieron que algo andaba mal. Un hombre de repente sintió celos, otro sintió odio, otro sintió ira, y otros sintieron tristeza. Aquí fue cuando el hombre se enteró de todas las cosas malas. Aquí es también cuando comenzó la brujería. NOTA: Partes de este texto han sido basadas en contenido de la revista National Geographic |
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